Cristino Gómez González (Cristino Mallo) nació en Tui en 1905, pero pronto se trasladó a la ciudad asturiana de Avilés por motivos profesionales de su padre, que era funcionario de aduanas. Fue allí donde empezó a formarse como artista; asistió a la Escuela de Artes y Oficios y se interesó por el modelado, al igual que su hermana, la pintora Maruja Mallo.
En 1923 se trasladó a Madrid y decidió matricularse en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando el día del golpe militar de Primo de Rivera. Posteriormente, estudió en la Escuela de Artes y Oficios. En su época estudiantil frecuentaba el Museo de Reproducciones Artísticas y paseaba por los cementerios madrileños admirando las esculturas de los panteones. En 1927 terminó sus estudios con notas sobresalientes. Acudía asiduamente a las tertulias que se llevaban a cabo en los distintos cafés madrileños, como el Café Gijón o la Granja del Henar, donde trabó amistad con personajes tan conocidos como Miguel Hernández, Dalí, Lorca o Cela. En estos años trabajó haciendo maquetas para los arquitectos Luis Lacasa, Sánchez Arcas y Agustín Aguirre.
En 1929 recibió su primer encargo importante: una lápida conmemorativa para Manuel Ventura Figueroa, fundador del Hospital Real de Santiago de Compostela. Ganó por oposición una plaza de profesor de instituto en 1931, pero la rechazó por no trasladarse a la ciudad andaluza donde había sido destinado. En 1933 recibió el Premio Nacional de Escultura gracias a su magnífica obra realizada en mármol blanco Desnudo en Pez, que hoy es propiedad del Museo Nacional Reina Sofía. Se trasladó a Salamanca en 1935 para impartir clases de dibujo lineal en la Escuela de Artes y Oficios, donde conoció al pintor Solana, quien se convirtió en un gran amigo, así como a Miguel de Unamuno, al que visitaba con frecuencia.
Durante la Guerra Civil perteneció a la Alianza de Intelectuales antifascistas; colaboró en la revista El mono azul y participó en el montaje de la obra Los títeres de Cachiporra. Lo destinaron a la Escuela de Cartografía de Burjasot, pero prefirió ir a combate en el bando republicano como teniente. Finalmente, cayó enfermo de los bronquios y fue ingresado en el Hospital de Valencia. A la salida, fue apresado y estuvo ocho meses en la cárcel de Monteolivete acusado de auxilio a la rebelión. Perdió su plaza de docente y pasó a dedicarse exclusivamente a la escultura, que creaba en el estudio madrileño que compartía con Francisco Arias, hasta que en 1966 volvió a impartir clases en la Escuela de Artes y Oficios de la capital.
En 1973 fue elegido miembro de número de la Real Academia de San Fernando, cargo que rechazó en 1980 sin tan siquiera haber leído el discurso de ingreso. Obtuvo la Medalla de Oro de Bellas Artes el 27 de junio de 1983, que culminaba una vida plagada de premios por su labor artística. Murió en Madrid a la edad de 84 años.
Su trayectoria escultórica, reconocida por su importancia en el panorama escultórico español, se desarrolló dentro del ámbito figurativo y puede dividirse en dos etapas bien diferenciadas: una primera en la que se acerca al realismo en tallas directas y a tamaño natural, y una segunda etapa donde realizó piezas de pequeño formato y gran capacidad expresiva, que destacaron por la introducción de temas cotidianos y populares.